sábado, 24 de marzo de 2012

Experiencia Culinaria: Mi primera vez en el menú

Todo tiene una primera vez.
Para mi fue en el menú casero.

Llegué tímida al umbral de la puerta.
Parada en al vereda de afuera estudiaba con miedo el pizarrón del menú.
Temiendo "acá me van a servir gato".
En la pizarra, escrita con letra palmer inexperta, te presentaban 3 entradas y 3 segundos.
Me arme de valor, escogí uno de cada uno (los mejores a mi parecer), y me aventuré a entrar.

Me senté en la mesita al lado de la puerta, por si me entraba el arrepentimiento y decidía salir corriendo.
Levanté mi mano cual camionero tratando de atraer la atención de la muchacha y levanté mi voz.
"Para ordenar."
La muchacha me miró paciente, y para no desperdiciar tiempo, de frente le hice la orden.
Regresó a los pocos minutos con mis cubiertos de casa envueltos en una servilletita y mi vaso con refresco.
"Oh Dios, el refresco. Que planta habrán hervido hoy."
Le di un sorbo y lo dejé abandonado en la mesa durante el tiempo que estuve ahi.
Nunca me gustaron las hierbas hervidas.

La muchacha regresó con mi entrada y lo devoré en el acto.
Muy bueno para mi gusto.
Esperé.
Esperé para que me trajeran el segundo.
No llegaba.
Y yo tenía que esperar.
"Ahorita se acaba y nunca van a sacar mi plato."
"Lo peor de estos lugares es que no puedo exigir un servicio de calidad."
"¡Demonios, me voy a quedar sin comer!"
"¡¡Me voy a tener que comer el puré!!"
"Nooooooooooooooooooo."

Luego de darle tantas miradas amenazadoras a la chica, llegó con mi bistek con arroz, papitas fritas y ensalada.
"Disculpa, es que se llevaron mi plato."
Yo la miré agradecida, porque no me obligarían a comer el puré.

Un poco salado para mi pobre paladar, pero por lo menos no era cartón corrugado.
Disfruté la comida como los dioses.
Veía gente entrar y salir, conversar, hablar del trabajo.
Gente de casa y gente de oficina. Había de todas las razas.
La señora de la casa iba borrando en la pizarra los platos que gritaban "ya no hay!"
Hasta que ...

El ambiente de pronto se puso pesado.
Podías ver como cada músculo de las personas que recién habían entrado se tensaban.
El silencio reinó en el pequeño espacio de la casa.
Todos colocaron los ojos en la señora mientras esta se acercaba una vez más a la pizarra.
Y en camara lenta borró el ultimo plato del menu económico.
Una vez que regresó a su sitio todo volvio a la normalidad.

Terminé de comer, cogí mis cosas y me dirigí a la "caja".
Una señora anciana me dijo que no tenía sencillo cuando intenté pagarle con un billete.
Cancelé con sencillo y caminé despacio y contenta a la oficina de regreso.

Había sobrevivido.
No había muerto en el intento.
Y estaba llena.

La primera vez no había sido tan mala como esperaba.


Una hora después estaba que me dormía frente a la computadora.
Era demasiada comida para mi pobre estómago.
La digestión cobró venganza.

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